Marcas, empresas y redes
sociales, las nuevas agencias del espionaje y el Big Data
El
marketing de esta nueva era, pretende ir más allá generando perfiles avanzados
con amplia información sobre cada individuo a partir de sus gustos, intereses,
acciones y reacciones.
La evolución
del marketing ha sido una constante durante el paso del tiempo. A pesar de que
muchos de sus grandes pilares y paradigmas se encuentran inamovibles, otros
tantos han sido reemplazados ante los nuevos hábitos y tendencias de los
clientes y consumidores. Sin embargo, ha sido la tecnología el factor más
importante y que más cambios ha provocado en todos los ámbitos de la
comunicación, el marketing y la publicidad.
La llegada de los medios y redes sociales, supuso sin duda grandes cambios en este sentido. Desde la forma de interactuar y comunicarse entre empresas, marcas y clientes o consumidores, hasta la forma de planificar las diferentes estrategias de las propias marcas. Su gran afluencia y adopción por parte de los usuarios de internet de todo el mundo, los han convertido en verdaderos ríos de información, con un flujo constante de datos que las empresas pueden analizar y utilizar para dirigir de forma más eficiente sus diferentes campañas y acciones. Todo ello ha dado paso a una nueva era, al denominado "Big Data" profesional. Aquel cuyos datos son utilizados para fines comerciales que pueden reportar un retorno económico a las empresas.
Aunque la información siempre tuvo un gran
valor, la capacidad de las nuevas tecnologías para procesarla y utilizarla de
forma estratégica, ha generado un nuevo escenario al que ya se suman muchas
marcas. Entendido de esta manera, muchos comprenderán aquella máxima que
señalaba cómo "quien tiene la información tiene el poder". Sin
embargo, a pesar del incremento del uso de herramientas especializadas y CRMs
para la gestión de dichos datos, son muchos consumidores los que ahora se
preguntan ¿Qué tipo de información recogen estas empresas? ¿Hasta qué punto nos
conocen? ¿Respetan nuestra privacidad?
A pesar del auge de los social media, no
han faltado voces críticas con ante el hecho de que las empresas y marcas
utilicen "sus radares", no sólo para monitorizar aquellas
conversaciones sociales en las que sus productos o marcas están presentes o
puedan verse involucradas, sino también para detectar tendencias, preferencias
de consumidores e incluso recoger información personal de muchos usuarios de
internet. Las redes sociales ya son el ejemplo más claro de todo ello. A través
de nuestras interacciones y de la propia información que les aportamos, su
conocimiento sobre muchas de nuestras preferencias es realmente amplio. Y como
es evidente, dichos datos se han convertido en el manjar de las empresas que
recurren a ellas para dirigir sus campañas de marketing de una forma mucho más
segmentada y personalizada.
Atrás quedaron los tiempos donde un simple
teléfono o email y el nombre de una persona ocupaban los archivos de datos
comerciales más valiosos. Ahora, el marketing de esta nueva era, pretende ir
más allá, generando perfiles avanzados con amplia información sobre cada
individuo a partir de sus gustos, intereses, lugares, acciones y
reacciones. Muchas empresas pretenden conocer hasta el más mínimo detalle de
sus consumidores y potenciales clientes. ¿No les suena esto familiar?
Casualmente, los últimos meses han sido
realmente reveladores, tras varios escándalos de espionaje a nivel mundial. La
forma con la que los gobiernos actúan para obtener información, o de cómo para
ello, las redes sociales se han convertido en una de las herramientas perfectas
para lograrlo, han sido el claro ejemplo de cómo nuestra información está
moviéndose y siendo utilizada por todo tipo de organizaciones sin ni siquiera
respetar aquello que algunos llaman privacidad. Incluso Facebook que
aparentemente tanto parece luchar por mantener nuestra privacidad a salvo, hace
suya toda nuestra información, aquello que publicamos o compartimos, y además
lo utiliza como "mercancía" para tratar con sus anunciantes.
No podemos negar que el "Big Data" está proporcionando a los directivos de Marketing ciertas ventajas demostrables. No es de extrañar por ello que su crecimiento haya experimentado un aumento del 227%. Es el nuevo término de moda, y al que atribuyen un inmenso poder para conocer a fondo a los clientes y consumidores, al fin y al cabo a las personas. ¿Pero hasta qué punto? ¿Qué precio paga el consumidor por ello? ¿Hasta dónde nos compromete toda esta información?
A ciencia cierta, nadie podría dar una respuesta. Cada empresa establece sus objetivos y acorde a ellos, sus estrategias y la forma de recoger y recopilar información. Incluso seríamos incapaces de detectar cómo determinadas empresas podrían estar haciendo un uso "poco profesional o mercenario" de este tipo de datos. Puede sonar incomprensible cómo tras conocerse la nueva ley sobre el uso de cookies, al mismo tiempo se permita rastrear o recopilar información a diestro y siniestro para utilizarla con determinados objetivos comerciales. Pero es que al fin y al cabo, el observar sin ser visto para obtener cierta información, es lo más parecido al puro espionaje que tanto criticamos.
Muchos dirán que está muy bien aquello de que ciertas empresas conozcan nuestras preferencias sin ser conscientes de que también son conocedores de lo que decimos o cómo actuamos. Otros preferirán ser reconocidos pensando que por ello reciben un trato más personalizado sin pensar siquiera que todos sus pasos están siendo analizados. Y todo se basa en hacer parecer, sin mostrar el lado verdadero de lo que está pasando. ¿Estamos dispuestos y preparados para ello? ¿Se están convirtiendo realmente las marcas, empresas y redes sociales en las nuevas agencias del espionaje?
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