El big data es una herramienta potente, que puede
mejorar mucho la ejecución de una compañía y como se dirige a sus consumidores,
pero no es una solución milagrosa.
Una de las grandes tendencias de futuro, y una de
las que va a cambiar muchas cosas en el mundo corporativo, es el big
data. La avalancha de datos a los que van a estar sometidas y están ya
sometidas. Las empresas permitirá conocer de forma muy amplia y sistemática al
consumidor y ofrecer soluciones a medida y que respondan a sus deseos incluso
más ocultos. Los supermercados son ya capaces, por ejemplo, de saber si una de
sus clientas está embarazada e incluso en la fase de embarazo en la que está
para ofrecerle información a medida.
Todo esto sucede, por supuesto, en Estados Unidos,
donde el uso del big data ha protagonizado algunas historias de éxito
verdaderamente sorprendentes. El de Walmart es el más popular, ya que la cadena
de hipermercados fue una de las primeras en implementar esta herramienta y se
apuntó sorprendentes tantos, como cuando gracias a la minería de datos estuvo
mejor y más preparada que la administración pública estadounidense para los
efectos del Katrina.
En Venezuela, la situación es un poco más
complicada. Hace un año, y según un estudio sobre tecnologías sociales en el
mundo empresarial elaborado por IDC, de España, solo un 5% de las empresas estaban ya
familiarizadas con el concepto de big data, (area de Telecomunicaciones y
servicio) aunque posiblemente ahora el porcentaje sea ligeramente más alto dado
que el concepto y sus aplicaciones en el mundo de los negocios han empezado a
ocupar páginas ya no solo de la prensa especializada, sino también de la
económica y la generalista.
Pero aunque las empresas empiezan a conocer cada
vez más el término no todas se han lanzado a usarlo. Existen aún varias
limitaciones y ciertas fronteras que no todas las compañías han cruzado.
La tecnología es una barrera de entrada
Aunque las aplicaciones del big data van más allá
del terreno tecnológico, la tecnología es una de las claves fundamentales para
acceder a sus beneficios. Los responsables de desarrollo de negocio y los de
marketing son quienes pueden hacer el mejor uso de la información que ofrecen las
herramientas de big data, pero antes de ello todos los datos tienen que pasar
por el filtro de la tecnología.
Los problemas no están ligados únicamente a comprar
por simplificar mucho el concepto la
licencia para usar un producto de análisis de datos. No; los retos que supone tecnológicamente el big
data van más allá de ello. Para empezar las empresas tienen que capturar los
datos y estos pueden ser captados de muchas formas. No se trata solo de los
soportes (y veamos solo una breve lista de posibles soportes que apuntan en IBM
en una de sus explicaciones sobre qué es el big data: "dispositivos
móviles, audio, video, sistemas GPS, incontables sensores digitales en equipos
industriales, automóviles, medidores eléctricos, veletas, anemómetros") en
los que se captura la información, sino también cómo se captan esos datos. Es
decir, no siempre la información llega de forma estructurada y lista para ser
deglutida por el sistema.
Aún así, las empresas deben conseguir crear un
camino para conseguir datos. Los consumidores no van a regalar su información y
la empresa debe ser lo suficientemente astuta como para hacerse con ella, ya
sea vía tarjetas de fidelidad, beneficios por geolocalización o cuestionarios.
Además, la información necesita ser almacenada. Las
empresas deben hacer una inversión en centros de datos propios o en espacio en
la nube (y posiblemente sin la revolución del cloud nunca hubiésemos empezado a
hablar de big data o lo estaríamos haciendo de otro modo), pero eso implica
inversión de capital.
Personal especializado
La tecnología no es la única razón por la que no
todas las empresas están entrando en el big data. Los profesionales
especializados en las demandas que impone este nuevo terreno de juego son un
bien limitado, lo que hace que no todo el mundo consiga captar a los mejores de
este campo (o a un profesional realmente especializado en el mismo).
El apellido profesión de futuro es uno de los habituales cuando se
habla de los trabajos en el sector y, de hecho, según la estimación del
portal de trabajo estadounidense Indeed la demanda de profesionales en este
terreno ha crecido en un 15.000% en los últimos años. En 2018, la brecha entre
la oferta y la demanda se situará, según otras estimaciones, en el 50%, lo que
hará que ser un profesional de este ramo sea una gran inversión a futuro pero
que la situación tenga todas las trazas de convertirse en una pesadilla para
los responsables de recursos humanos de las empresas. El data scientist es,
según la prestigiosa - y seria - revista Harvard Business Review, el trabajo más sexy de la década, lo que hará que muchas empresas
vayan a tener problemas para hacerse con quienes le ayuden a dar el salto al
big data.
Solo las grandes empresas están haciendo el
esfuerzo
La limitada cantidad de profesionales preparados se
suma a que las soluciones de big data no siempre están al alcance de todas las
empresas. El big data se trata de una tendencia en auge y, como todas las cosas
de moda, tiene que ser pagada. Los precios de las tecnologías de última
generación no está, por así decirlo, al nivel de una licencia de Office, así
que las compañías de menor tamaño tienen una barrera de entrada a mayores.
Aunque eso no implica que teniendo en cuenta aplicaciones de la
tecnología - solo las grandes empresas puedan hacer un uso del big data y de
las mejoras que puede suponer a la hora de tomar decisiones o que solo ciertos
sectores puedan dar el salto a su uso. El big data puede ser empleado por
prácticamente cualquier compañía y de cualquier terreno. Por ejemplo, en el
último concurso de Fico sobre uso de analítica en el terreno de los negocios,
una de las ideas ganadoras fue una que convertía a una cadena de panaderías
brasileñas en unas panaderías inteligentes. Los participantes habían aplicado
la analítica a la producción a gran escala de una fábrica de productos de
panadería, controlando los tiempos de producción hasta las líneas de
fabricación de pasteles, los tiempos de configuración, las capacidades de
transporte y los tiempos de entrega. Los cambios permitieron mejorar los
tiempos y ser más eficaces en la llegada a mercado, pero también crear nuevas
líneas de fabricación.
Por haber hasta hay una plataforma, llamada
Boolino, que emplea el big data para diseñar campañas mucho más efectivas para
incentivar la lectura infantil. El big data también se usa para planificar
horarios de actividades deportivas y conseguir mejores resultados en audiencia
o para reducir el fraude en las entidades financieras u optimizar la gestión
energética.
Analizar los datos debe llegar de la mano de una clara
estrategia de negocio: es necesario saber lo que se busca y lo que se quiere
antes de lanzarse a la piscina. Una campaña de marketing no va a llegar a los
consumidores específicos y deseosos de ese producto únicamente porque se pulse
la tecla mágica del big data, sino porque alguien ha hecho bien su trabajo
creando una estrategia y preguntando a los datos las preguntas correctas.
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